Ocurre que cuando el mal gobierno y la visión a corto plazo se vuelven la norma, el menor asomo de orden y planificación sorprende y asusta. El desasosiego es aún mayor cuando el tren del cambio viene impuesto de afuera con una mezcla de castigo y advertencia. No le doy la bienvenida ni celebro la imposición de las nuevas reglas de juego, pero como administrador puedo distinguir sus virtudes. PROMESA nos impone la preparación de un Plan Fiscal a cinco años cambiando así el paradigma de gobernar y administrar solo a corto plazo. Como pueblo no podemos ver la preparación y actualización periódica de un Plan Fiscal, durante y después de PROMESA, como un tren que debemos evadir, sino por el contrario como el tren de la buena administración (termino hermano de planificación) del cual no nos podemos bajar.
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Ahí viene el tren de PROMESA
El secretario de Hacienda, Juan Carlos Zaragoza, advierte que oponerse a PROMESA ahora es no estar encarrilados en el tren del progreso, de lo correcto.