Los comentarios de Gigi Fernández, más que molestia, nos deben causar pena ya que reflejan un problema grande de espíritu y de identidad nacional, escribe Julio E. Fontanet Maldonado
Los comentarios de Gigi Fernández, más que molestia, nos deben causar pena ya que reflejan un problema grande de espíritu y de identidad nacional, escribe Julio E. Fontanet Maldonado
Las desafortunadas expresiones de Beatriz “Gigi” Fernández —tanto de contenido como a destiempo— sobre la puertorriqueñidad de Jasmine Camacho-Quinn han vuelto a exacerbar el debate sobre quién es puertorriqueño y quién tiene la autoridad para adjudicarlo. Se trata de expresiones con una gran dosis de sarcasmo (“¿Quién es jasmin (sic) Camacho? ¿Y es puertorriqueña, habla español? ¿Se crio en Puerto Rico?”) en las que la exatleta termina afirmando que de puertorriqueña no tiene nada y que, al igual que Mónica Puig, no conocía la letra de nuestro himno nacional.
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