La evidencia científica nos informa que mientras más temprano se empiece tratamiento a los episodios sicóticos, mejor es la respuesta y menor el deterioro funcional, escribe Lelis L. Nazario
La evidencia científica nos informa que mientras más temprano se empiece tratamiento a los episodios sicóticos, mejor es la respuesta y menor el deterioro funcional, escribe Lelis L. Nazario
Diego es un joven de 16 años que se iba desarrollando como cualquier otro adolescente hasta hace varios meses atrás. Los padres empezaron a ver un deterioro en su funcionamiento académico, que pronto empezó a notarse en sus notas. Aunque no era el chico más popular, tenía algunas buenas amistades; pero poco a poco se fue alejando de sus amigos hasta quedarse bastante aislado. Desde hace par de meses, no quiere salir de su cuarto, dice estar preocupado de que lo están siguiendo y le quieren hacer daño. Se la pasa oyendo música para distraerse de voces que le dicen que tenga cuidado porque lo están investigando para formularle cargos, pese a que nunca se ha envuelto en alguna actividad ilegal o criminal. Estas voces, que nadie en su casa puede oír, le causan mucha angustia. Dejó de comer porque piensa que alguien en su casa lo quiere envenenar; solo come comida enlatada. Lo último es que ha dejado de asearse y anda desaliñado por la casa.
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