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Don Hino, un billetero arraigado a su pueblo Naranjito

Desde hace más dos décadas, Eddie William Alicea Matos recorre las calles del pueblo de la montaña haciendo lo que le gusta y repartiendo suerte a sus compueblanos

24 de noviembre de 2022 - 11:40 PM

Nota de archivo
Esta historia fue publicada hace más de 2 años.
Desde hace más dos décadas, Eddie William Alicea Matos recorre las calles del pueblo de la montaña haciendo lo que le gusta y repartiendo suerte a sus compueblanos. (WANDA LIZ VEGA)

Eddie William Alicea Matos es conocido, en Naranjito, como Hino, el billetero, que camina a diario por todo el casco urbano cargando un bultito repleto de esperanza.

Así llega a los establecimientos comerciales, incluyendo el banco y la cooperativa, vendiendo sus billetes de Lotería Tradicional, un oficio que escogió hace 26 años, tras haber sufrido un accidente de tránsito.

“¡Esto es lo que me queda! ¡Pa’ hoy!”, exclamó, al darse cuenta de que le quedaban unos pedazos para completar la semana. Luego, sonrió, no sin antes echar un chistecito para relajar el ambiente.

A sus 79 años, don Hino mantiene intacto su buen humor.

“¿Que cómo está Naranjito? Pues, ya casi llega a Corozal”, comentó a carcajadas el hombre, que trabajó por muchos años en varias ciudades de Estados Unidos.

Relató que regresó a su pueblo natal con su madre y sus tres hermanas, pero ellas decidieron volver a Nueva York. Hino se quedó.

“Yo trabajé en una farmacia durante 20 años. Después, me salí y me compré un ‘school supply’. Un día, cuando salí a comprar provisiones, el carro patinó contra un talud y choqué. Luego, me bajo pa’ chequear el carro porque no prendía, y yo estaba de espalda, oí una voz que me dijo: ‘Mira pa’ atrás.’ Ese era el Espíritu Santo”, relató sobre el incidente que le cambió la vida.

Somos Naranjito
Somos Naranjito (El Nuevo Día)

“Miré y dije: ‘Dios, sálvame’. Se me rajó una pierna; tengo tornillos en las dos piernas. Como no encontraba trabajo por la condición, una vecina me dijo: ‘Mira, Hino, yo trabajo en la Lotería. ¿Te consigo una agencia?’”, recordó el septuagenario nacido en la barriada San Antonio, en 1943.

De esa manera, se inició en una actividad que le ha generado ingresos y que, además, ha llevado la suerte a muchos de sus compueblanos.

“Soy billetero hace 26 años. Empecé con 18 billetes, me ganaba $65 semanales. Lo subí a 24, ya me ganaba $90; luego a 40 y ahora tengo 50. Yo vendía más de 50 billetes semanales. Pero yo llegué a (vender) 100 hojas”, admitió.

“Camino el pueblo todo el día”

“Voy a la Marina (panadería) con mi bultito. Yo camino el pueblo todo el día. Allá, en Los Pollos, estoy vendiendo sentadito los fines de semana. A veces, he cogido vacaciones pa’ visitar la mai mía. Siempre, he ido a verla. Un día, me dijeron que estaba bien grave, y arranqué para allá. Ella se alegró al verme. Pero murió”, lamentó.

“En aquel tiempo, cuando vinimos para acá, nunca recibimos dinero del pai mío. Y yo, como no había entrada, me puse a vender bacalao, tostones, to’ lo que podía, y limpiaba pa’ ganar chavos y dárselos a mi mai, pa’ que hiciera la comprita”, recordó.

Inmediatamente, resaltó su experiencia como vendedor de billetes de Lotería Tradicional. “Yo vendí el primer premio tres veces. Aquella vez, pagó $150,000″, exclamó con orgullo.

“La gente me daba $100, $200, $300 (al compartir el premio). He vendido el segundo (premio), que pagaba $45,000. El tercero, que pagaba $25,000, y vendí el sexto (premio) de la grande. Ese pagó $40,000″, expuso.

“Ahora, vendo premios, pero son chucherías: $200, $300… Recientemente, vendí uno de $5,000 y otro de $2,000″, destacó.

Asimismo, don Hino alardeó sobre las veces en que él alcanzó la suerte. “Un día, quería visitar a las muchachas allá (a sus hermanas en Nueva York), cuando estaba viva la mai mía, y miré la imagen de Jesucristo. Le dije: ‘Papa Dios, yo quiero ver a mi madre en Estados Unidos. Tengo este billete, y necesito unos chavitos pa’ dar el viaje’. Tenía $200, piqué el billete, y me quedé con 15 (pedazos). Cogí $1,200, y arranqué a Estados Unidos en seguida. Me llevé hasta una prima mía”, narró, con una enorme sonrisa dibujada en su rostro.

Tras más de dos décadas en esta faena, Alicea Matos insistió en que “ha valido la pena vender billetes”. “Me gano $225 semanal. Me bandeo. Vale la pena”, afirmó.

“Una vez, se me quedaron $140 (por vender), pero bajé a la Lotería a buscar otros billetes, y me senté allí. Salió en uno de los premios. Cogí algo de todos los que se me quedaron. Terminé cogiendo $280″, contó.

“Otro día, me quedaban por vender $10 en pedazos, y nadie los quería. Solo uno que se levantó y los compró. Cuando fui a darle los pedacitos, había uno más por detrás… Yo me quedé con ese cantito. Entonces, él cogió $60,000 y yo cogí $3,000″, concluyó.

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