En condiciones normales, ¿quién puede decir que es feliz cuando le llena el tanque a su vehículo? Luego de María, ese júbilo parece posible
En condiciones normales, ¿quién puede decir que es feliz cuando le llena el tanque a su vehículo? Luego de María, ese júbilo parece posible
A las 5:00 de la mañana -y sin energía eléctrica- la oscuridad es aún tan profunda que desde el expreso De Diego, en San Juan, apenas se adivinan las siluetas de los edificios que pueblan el inicio de la avenida Roosevelt en el área de San Patricio, mientras todos los automóviles que circulan parecen buscar lo mismo: una fila para cargar gasolina, como si fuesen seres con vida propia, autónomos, ajenos a quienes creen conducirlos cuando lo cierto es que son ellos -los vehículos- los que controlan las vidas de los que van a bordo.
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