Aunque su nombre no le sea conocido al público en general, Víctor Ruiz es una de las piezas fundamentales con las que cuenta el Comité Olímpico de Puerto Rico (Copur) y los atletas nacionales en los eventos del ciclo olímpico por su función como jefe de la oficina de Misión.

Fue por eso que cuando se anunció que no estaría en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de San Salvador 2023, a más de una persona le extrañó su ausencia.

Recuperado de una situación de salud que lo alejó de la justa caribeña y luego de cumplir con unos compromisos deportivos como presidente de la Confederación Panamericana de Canotaje en los Juegos Panamericanos Santiago 2023, Ruiz regresó con el Copur de cara los Juegos Olímpicos de París 2024.

“Se me eriza la piel (al hablar de su regreso como jefe de Misión) porque el trabajo que uno hace tras bastidores es un trabajo de día y noche. Uno está buscando toda la información, preparando boletería, vestimenta y demás (cosas). Ver la alegría en los atletas cuando reciben su vestimenta y el apoyo que recibe de parte del grupo de Misión... Tú te identificas con ellos, algunos se vuelven como parte de tu familia. Para mí es una alegría, y al final le estamos sirviendo a Puerto Rico con mucho cariño”, expresó Ruiz en un aparte con El Nuevo Día en la actividad del Copur a 100 días que inauguren las Olimpiadas de París.

La justa multideportiva -que se llevará a cabo en la capital francesa- se realizará del 26 de julio al 11 de agosto.

“Estoy supercontento. A 100 días (se cumplieron el miércoles, 17 de abril) de los Juegos (Olímpicos). Ya estoy contando los días. En casa tengo unos papelitos, y los voy bajando todos los días para que me dé estrés porque me ayuda a seguirme moviendo. Pero sobre todo estoy bien contento”, recalcó Ruiz, que también es presidente de la Federación Puertorriqueña de Canotaje.

El medallista de bronce de los Juegos Centroamericanos y del Caribe San Salvador 2002 en el evento de K-2 1,000 metros, junto a Jaime Ponce, reconoció que el momento en el que estuvo enfermo lo aprovechó para meditar y establecer sus planes futuros. En esos proyectos está dedicarse por completo al movimiento olímpico una vez se acoja al retiro en la compañía farmacéutica para la que trabaja hace 31 años.

“Ya estamos mirando qué voy a hacer en los próximos años. Lo que sí estoy claro es que el día que tome la decisión de retirarme de la planta, le voy a dedicar lo que me quede de vida al movimiento olímpico. Los regalos que me ha dado el movimiento olímpico y las bendiciones son más que agradecidas”, declaró el funcionario deportivo de 56 años.

El trujillano recordó que comenzó a trabajar como jefe de Misión en el ciclo olímpico que arrancó con los Juegos Centroamericanos de Veracruz 2014 y culminó con las Olimpiadas de Río 2016. Repitió para el periodo de los Centroamericanos de Barranquilla 2018, Panamericanos de Lima 2019 y Tokio 2020.

Al referirse a este último ciclo olímpico, lo catalogó de “locura” tanto para los atletas como para las jefaturas de Misión debido a que los Juegos Centroamericanos y Panamericanos se realizaron con meses de distancia. Sin embargo, alabó al grupo de trabajo de su oficina compuesto por la exnadadora Betsmara Cruz Lebrón, Dafne Guzmán, Joyce Meléndez, Alfredo Figueroa y Ricardo Beale.

Como parte de sus funciones, el primer vicepresidente del Copur es testigo de primera mano las frustraciones y decepciones que atraviesan los atletas cuando no obtienen un resultado esperado. Y a él le toca manejar estas situaciones y buscar la manera de alentar a los deportistas.

Hay dos momentos que Ruiz no olvida. Fueron momentos que lo marcaron, según dijo.

El primero fue cuando Jasmine Camacho-Quinn quedó descalificada en los Juegos Olímpicos de Río 2016 luego de chocar con las vallas en la semifinal y el segundo con la falsa salida del también vallista Javier Culson en esas mismas Olimpiadas.

“La medalla de (oro) de Mónica (Puig) en Río 2016 es algo que nunca voy a olvidar porque es una alegría. Pero cosas que me marcaron de dos atletas que respeto mucho fueron Jasmine cuando falla su valla en Río. O sea, esa nena destrozada y tú como jefe de misión dices: ‘¿Qué hago?”, recordó.

“En Río también, cuando a Javier le sucede lo que le sucede, yo bajo rápido a buscarlo para llevármelo. Uno estar en el camino escuchando todas sus cosas que él dijo... Fue algo que me rompió el corazón porque yo pensaba que si la gente en Puerto Rico supiera el ser humano que es. Que no era una máquina, y las exigencias que les ponemos a veces a esos atletas...”.

También recordó al luchador Franklin Gómez, quien en Londres 2012 cayó en la ronda de repechaje ante Yogeshwar Dutt, de India. Mientras en Río 2016, Gómez fue víctima de lo que muchos catalogaron como un robo ante el uzbeko Ikhtiyor Navruzov.

“El otro atleta que admiro y que cuando estuve con mi situación de salud me fue a visitar a mi casa es Franklin Gómez. Franklin, cuando le sucedió lo que le sucedió en los dos Juegos, yo lo invité a tomarnos un café y le pregunté: ‘Franklin, ¿qué te puede decir uno cuando tú estás pasando por esos procesos?’. Él me dijo: ‘Víctor, yo ni escucho’. Yo lo más que podía hacer era apretarlo y decirle aquí estoy para lo que tú necesites”, recordó.

“Estas situaciones me marcaron mucho no porque sean malas, sino porque detrás hay seres humanos que lo dan todo por el país, y cuando tú ves que suceden cosas como esas, pues es fuerte”.